lunes, 14 de mayo de 2012

LA CARA DESCONOCIDA DEL SIDA


LA CARA DESCONOCIDA DEL SIDA

Recordar la vigencia del derecho humano fundamental a la salud en un momento en el cual, en toda la región, con excepción de Cuba, el modelo neoliberal busca su privatización, aparece como una necesidad histórica impostergable.
Medio siglo después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS/1948), definiera a la salud como "el estado de completo bienestar físico, mental y social", las opciones políticas, las regresiones socio-económicas y los procesos de exclusión social, apuntan más bien hacia una pauperización generalizada.
Esta situación, conjugada con otras formas de discriminación pre-existentes, afecta principalmente a las poblaciones pobres, marginalizadas y excluidas, entre ellas las mujeres, quienes, por su rol doméstico solventan además los cuidados familiares y comunitarios.
En ese contexto, el surgimiento de la pandemia del HIV-SIDA, merece algunas reflexiones globales, que enfoquen el contexto y encaren los diversos problemas estructurales, inherentes al modelo de desarrollo adoptado e impuesto al conjunto de América Latina, por las elites regionales y mundiales.
Pero también, es indispensable abordar las iniciativas solidarias de defensa de los derechos humanos de las personas afectadas con HIV-SIDA, vinculando su situación, las de sus familias y comunidades, con el conjunto de reivindicaciones, propuestas y acciones que buscan el cambio social.
Se estima que 10 millones de personas son portadoras del HIV en el mundo, de las cuales 25% son mujeres. En América Latina y el Caribe, unas 2 millones de personas viven con el HIV-SIDA, ubicando así a la región en tercer lugar en los índices de propagación del virus.
Sin embargo, aunque las proyecciones para el año 2000 diagnostican que el 80% de ellas resultarán de relaciones heterosexuales, basándose en preconceptos, magnificados por sectores conservadores, que estigmatizan tanto a las personas portadoras como a grupos específicos, ni las instituciones ni la sociedad han desplegado acciones acordes con la magnitud del problema.
Los puntos de vista que presentamos en esta publicación, identifican a la pobreza y a los prejuicios como los principales problemas que se presentan en la lucha contra el SIDA en la región.
No sólo los períodos de supervivencia de las personas portadoras del HIV son más cortos en los países pobres, sino que los recursos acordados para la prevención y educación son insuficientes para desarrollar acciones adaptadas a las necesidades socio-culturales específicas. Y, en medio de estas dificultades, se estima que para el año 2010 la expectativa de vida en los países más afectados por el SIDA disminuirá de 10 a 30 años.
Para muchos/as, el surgimiento del HIV-SIDA ha tenido, al menos, una repercusión positiva que es la de haber puesto sobre el tapete debates sobre la sexualidad y las relaciones de poder que se ejercen en este marco. Por primera vez en la historia de la humanidad, está construyéndose un marco de referencia relativo a los derechos sexuales, que reconoce las posibilidades de las personas, especialmente de las mujeres y personas discriminadas por su orientación sexual, a tomar decisiones sobre su cuerpo y modos de vida.
Como condición necesaria de ese proceso, las/os autoras señalan la urgencia de desarrollar programas masivos de educación sexual y ciudadana, encaminados a incentivar la autonomía y el apoderamiento, personal y comunitario, pues, como señala Elizabeth Reid, en un artículo de esta edición, un serio obstáculo en la lucha contra el SIDA es "la existencia de relaciones sociales desiguales y opresivas, que disminuyen la autonomía de las personas, relaciones de poder que, basadas en la etnia, la clase, la sexualidad, el género, o lo que sea, encaminan en estas vías a quienes controlan, manipulan, dominan, dirigen o subyugan, y perpetúan la discriminación, el desempoderamiento y la marginalización".
* Fuente: ALAI

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